Lo que Marcelo dice con estos retratos es bastante más de lo que nos enseñaron en Lengua. No le interesan en sí los registros y las conjugaciones verbales, sino lo que se traduce en las cosas que hacemos. Cocinamos, jugamos, sacamos y entramos, peleamos. Esto es lo concreto: somos seres dispares, distantes, amantes, que pasamos de largo y cantamos en el camino. He visto a Marcelo girar los bastidores, inclinar la cabeza para buscar el desorden. Lo he visto crear y matar la pureza de los tonos, dejarlos nacer entre sí. Vi cómo pasaba de largo frente a las formas, lo vi frenar e intervenirlas, mezclando los colores como si combinara seres distantes que habitan un mismo mundo pero conocido a medias. Cada protagonista es una suma imposible de definir, como el chamán que se quita el velo de la piel para mostrar el verdadero lugar del alma. Cada obra es una y todas las personas, irónicas como los títulos que las acompañan, desubicadas como los apodos que las visten, densas como el contenido de un nombre cualquiera. Es lo concreto abismal. Somos muchos acá y estamos conectados. Usamos las ropas de la luz para fabricar las conjugaciones de todos los verbos.
Diego Vigna